Ricky Martin renovará votos con Colombia en mayo de 2015
Por: Paola Ovalle, especial para Shock.
La promesa está hecha y desde ahora les aseguro que habrá valido la pena esperar, yo lo sabía pero me lo confirmó Melisa, cuando muy agitada me la encontré una hora antes de que Ricky empezará su show, media hora después de que ella lo besara en la boca y 10 años después de verlo por primera vez en su ciudad.
Sólo una fan fiel tiene sus ojitos brillando de emoción después de 27 horas por tierra desde Monterrey hasta Hermosillo, eso si, hizo que valiera la pena el viaje y sin pensarlo se abalanzó sobre uno de los puertorriqueños más célebres del mundo. Ricky se dejó dar ese beso en la boca, ese soñado, no sólo por Melisa, sino por millones de fans en el mundo, sonrió tranquilo y es que dejarse robar besos, selfies, tocaditas y tiempo son las consecuencias del oficio que eligió, el que ama y que le sigue exigiendo ser el mejor en lo que hace, algo digno del rey del pop en español.
“El agradecimiento diario lo tengo como un mantra, mi lema en la vida .Hay mucho trabajo, hay que estar enfocados y acompañados por gente que entienda tu visión, que te que a colocar las fichas en el tablero como debe ser. Me gusta lo que hago, me fascina intercambiar ideas con diferentes personas de todas partes del mundo; soy una adicto, estoy enviciado al aplauso, lo conozco desde que tengo 12 años y una vez lo sientes no lo quieres soltar”.
Ricky es un tipo que se muestra transparente y sin reservas, nos dijo la que cree es su clave del éxito ” Si yo fuera la persona mas lista en este cuarto, estaría definitivamente mal. Me gusta estar rodeado por grandes profesionales, bailarines, músicos, coreógrafos, gente que sea muy honesta conmigo y que me digan: por aquí no es, o estás mal, o esta idea que tienes puede ser mejor si la desarrollas así. Siempre estoy dispuesto a mejorar, a cambiar y evolucionar “ .
Los desafíos que le ha traído el tiempo han venido cambiando, ahora no sólo quiere al mejor manager, al coreógrafo de Madonna o al mas grande percusionista, sino también a la mejor niñera y al mas hábil tutor, pues todos van a bordo de la nave nómada para que fluya tanto la vida como el trabajo.
“No conozco otra cosa, mis hijos nacen con esto. Mucha gente me dice: caramba Ricky, tus hijos necesitan estabilidad, están de un lado a otro; pero es que yo soy su estabilidad, en el momento en el que dejo de estar ahí si vienen los cambios en ellos, así que estamos siempre juntos. Ellos están pegados a mí todo el tiempo, mi pantalón es de velcro y es lo mejor para todos ”.
Se ve completo, tranquilo, pleno: “Estoy pleno, le tengo que dar mucho crédito a mis hijos, los miro todas las mañanas y me llenan de fuerza, de amor, calma y todas mis decisiones son basadas en su bienestar; si ellos están bien yo también y viceversa. Es un círculo de energía muy especial que todo padre entenderá. También estoy claro con lo que siento, se que me gusta, que no me gusta y estoy muy en contacto con mis emociones y he resuelto muchos problemas ”.
Y así, en uno de sus mejores momentos visitará Colombia, mayo de 2015 será la fecha: “Ahora estamos en México terminando tour, pero también preparando lo será esa gira en Colombia. Hemos montado un espectáculo fantástico, de grandes éxitos. Vamos a llevar la fiesta para allá y te digo que cuando se mezcla un colombiano con un boricua, eso es bomba, así que vamos pa allá”
Lo que le faltan son horas de vuelo pues además de gira por Latinoamérica, irá alternando con sus tareas de La Voz Australia y el lanzamiento de su nueva placa discográfica.
“El 10 de febrero sale mi próximo disco, un álbum maravilloso. Estoy trabajando con varios productores, uno de ellos, un gran productor colombiano, Julio Reyes, que admiro muchísimo y me ha ayudado a llegar un escalón más en mi carrera, en mi música. Ahora mismo estamos lanzando ‘Adiós’ y luego viene una canción bien corta venas. No quiero sonar como todos los artistas en promoción, pero es un disco muy completo y es el disco de mi vida (risas), estoy ahí bien vulnerable en las letras, me van a conocer un poco más”.
Muy seriecita salí de la entrevista , me puse la camiseta de fan para ver el show en segunda fila y sólo les digo que alisten la baba, porque Ricky viene tan caliente como siempre a una gira por cinco ciudades de Colombia.
Tomado de:http://www.shock.co/cultura/articulos/ricky-martin-renovara-votos-con-colombia-en-mayo-de-2015-68088
Danna García habla de su carrera y sus ganas de convertirse en mamá
Shock desde los MTV Video Music Awards 2013 en Brooklyn
El “Applause” de la noche fue para Justin Timberlake, la fiesta de las pelucas para Lady Gaga y el oso múltiple para Miley Cyrus. Estuvimos en la ceremonia desde Brooklyn para contarles cómo se vivió este importante evento.
Beyoncé y su show número 62 del Mrs. Carter world Tour
Foto: Beyoncediario.com
Aquí la regla “menos es más” se esfumó luego de que la señora Carter de manera dictatorial afirmara, con trajes de Amato Haute Couture, que más es más; encarnando a una María Antonieta, recargada de pies a cabeza, logrando que se dilataran las pupilas, y sólo después de los primeros diez minutos, la música llegó a ser protagonista.
Dos horas con RIRI en Brooklyn!
Así fue la presentación de la exitosa cantante el pasado domingo 5 de mayo en la ciudad de Nueva York.
No se me hace raro que llegue una hora y 55 minutos tarde. Con Rihanna los fans tienen la certeza de que ella es descuidada y por esa razón no hubo ni reclamos o abucheos cuando apareció en el escenario de rodillas ofreciendo una plegaria a la Virgen con la canción “Mother Marie”.
El show continuó y RiRi se convirtió en un objeto de deseo sobre la tarima, cubierta por shorts, un corsé y un velo superpuesto que permitió entrever sus curvas al tiempo que de forma muy sensual estimuló a su audiencia acariciando sus partes íntimas al mejor estilo Michael Jackson en distintos momentos del show.
Con RiRi las críticas, expectativas o rumores sobre su vida personal y profesional pasan a un segundo plano con una tanda de hits que cumplen con el objetivo de entretener a quienes tienen la oportunidad de verla en vivo. Lo disfruté yo y lo disfrutaron junto a mí pequeñas, altas, lisas, crespas rubias y no. Rihannas que se gozaron el show desde que en sus casas se pusieron a la tarea de convertirse en “The only girl” con labios rojos y trajes que la original ha llevado en algún video o alguna gala.
Bajó el calor y subió la tensión. Llegó el toque de dramatismo a la noche. Su tormento le sienta bien aunque lo sufra. Nos recuerda que ha recibido golpes al corazón, tan públicos como sus canciones que se fueron en serie “I love the way you lie” y “Stay”. Rihanna no deja que sus palabras toquen el momento rosa, su acercamiento al amor es de extremos: pasión o dolor. No empalaga, apenas endulza y claro, amarga.
Y a la hora de la fiesta, Rihanna es la reina. “Where Have You Been”, “We found love”, “Don’t Stop The Music”, fueron las que subieron nuevamente la temperatura acompañadas de coreografías que demostraron su nivel de experticia y compromiso para con el show y su público. Las conoce bien pero se permitió jugar sobre ellas desligándose incluso de sus propias reglas. La leí por que se dejó leer. Actuó de forma natural durante todo el concierto, sacando la lengua, soltando carcajadas y hablando tranquilamente a sus músicos como si fuera un ensayo en casa, de no ser por el fuego, las visuales en las pantallas, sus gritos apasionados por la gente de Brooklyn y sus historias de la calle que ha vivido personalmente. Historias que nos demostraron por qué hubo casa llena para RiRi en Nueva York.
Tomado de: http://www.shock.com.co/actualidad/musica/articuloshock-dos-horas-riri-brooklyn
Lucy Liu, protagonista de su vida
Alicia Keys, la chica de fuego, encendió a Nueva York
La reconocida y traviesa periodista Paola Ovalle estuvo en el espectáculo del pasado 5 de abril y nos compartió su crónica del concierto.
Cada segundo de las dos horas que tardó su show fue una declaración, el empoderamiento de la mujer y la fortaleza del ser humano se convirtieron en la bandera de Alicia. Esos fueron los postulados que planteó y que reafirmó con sus actos, empezando con su vestuario, con el que sugirió algo como “no necesito trajes estrambóticos para brillar”, así q se vistió de negro de pies a cabeza, un sombrero que le duró dos canciones y un vestido de gala violeta que resultó ser lo mas audaz que llevó en la noche.
Mientras daba la vuelta por sus cinco álbumes de estudio dejó claro que sus curvas eran suficientes en el escenario y que las coreografías serían para los cuatro bailarines que estuvieron armando historias casi teatrales para cada una de sus canciones. “A Woman’s Worth”, “Tears Always Win”, “Girl on Fire” “Brand New Me” fueron algunos de los temas con los que apoyó su discurso de amor propio.
Alicia no aguanta mucho tiempo de pie, no se resiste a los lazos invisibles que la llevan rápidamente al que pareciera un amante perfecto, ese piano blanco de cola que se pelea entre canción y canción con su teclado eléctrico que aparece siempre en un segundo plano pero con momentos triunfales.
Fueron llegando poco a poco acordes conocidos y ya sabidos efectivos como “If I ain’t got you” y letras claves como la de “Falling”, que ya en su séptima gira son siempre referencia de un repertorio ganador. Muestras de afecto del mismo tono iban y venían de la tarima hacia el público al que Keys hace sentir cada momento como protagonista, distanciándose lo que mas puede de la figura de una diva.
Alicia fue pasando las páginas de sus partitura como si fuera un diario, de los momentos de enamoramiento, pasó a noches pasionales hasta llegar a ese momento , para algunos inevitable, de la tusa. Al mismo tiempo fue sumando hombres al escenario como Maxwell, con quien comparte créditos en “Fire We Make” y más adelante fue Method Man quien se encargó del palabreo en “You’re All I Need”.
Para decir adiós Alicia anunció al dueño de casa, Jay Z, quien sólo apareció en las pantallas del auditorio, un recurso q se ha vuelto costumbre entre los artistas para dejar casi intactos los duetos que no siempre se repiten después del estudio. Y dio inicio a su despedida con “Empire state of mind”, con esa canción empezó el recital y se escucho de nuevo en el para confirmarle a NY, que es su ciudad favorita del mundo.
Tomado de: http://www.shock.com.co/actualidad/musica/articuloshock-alicia-keys-chica-de-fuego-encendio-a-nueva-york
Juanes, el fan No1 de Metallica
Foto: Cortesía MTV y Universal Music.
Por: Paola Ovalle
Durante 40 minutos, Juanes habló con Lars Ulrich, fundador y baterista de Metallica. “El man me habló de la familia, de las giras, de las grabaciones. Tuvimos una conversación de músicos, y de parte mía, de fan, obviamente”.
En una entrevista exclusiva para Shock, el ganador de cinco premios Grammy Latino habló única y exclusivamente sobre la banda que lo inspiró a ser músico.
Juanes lleva a Metallica tatuado en la piel. Estos cuatro oscuros angelinos cambiaron el destino del músico paisa más brillante.
No basta con comprar un par de discos y corear canciones que generan fiebre colectiva para entrar en el rango de “fanático verdadero”; para merecérselo hay que entregar el corazón y el alma.
“Yo he convivido con la música de esos manes. Pillá, tengo 36 y sé de ellos hace más de 20 años. Qué tal uno a los 13 escuchando a semejantes monstruos. ¿Cuántas veces escuché esos discos? ¡Hijueputa, no sé… tantas! Ellos son la más grande inspiración de mi vida”.
Juan Esteban sacrificó un año de colegio pues entre “Desde arriba es diferente” (primer disco de Ekhymosis) y las partituras originarias de Los Angeles no había tiempo para otra cosa.
“Yo dormía con ellos, me despertaba con ellos, y mucho tiempo después pude explicarle a Lars todo lo que me costó entender que mi música era diferente y que fue muy duro aceptar eso, pero que ellos me inspiraron de alguna forma…”.
“La conexión con Metallica era más que todo por la música, porque casi ni entendíamos lo que decían las letras, aunque sí investigábamos y agarrábamos más o menos qué onda. Por ejemplo el Master of Puppets, esa para mí sí que es una obra de arte”.
“Yo tuve una gran pelea conmigo mismo, porque fue fuerte descubrir quién era yo y cuál era la música que tenía que hacer. Al principio había un amor y una pasión por el rock puro, yo estaba enamorado de ese sonido pero nací en Medellín, mis papás son de Carolina del Príncipe, escuchábamos a Darío Gómez y teníamos otro pasado. Ellos son de California. La suya es otra onda. Soy fan de Metallica, pero pues yo voy a hacer mi música. Comprendí que me gustaba el metal pero que mi música tenía, a fuerza, que ser muy diferente”.
“Descubrí a Metallica con un disco que se llama “Kill ’Em All”. Ese fue un álbum que cambió mi vida porque gracias a él y a esa banda, yo decidí comprarme mi primera guitarra eléctrica y empezar mi primera banda, que se llamó Ekhymosis. Tenía toda la habitación llena de cosas de Metallica: pósters, discos, algunos en LP y otros en CD. Este último lo compré por Itunes. Yo me sabía todas las canciones en la guitarra, en la batería, y cuando ensayábamos pedía permiso porque lo único que quería era cantar sus canciones… Hubo una época de la banda, en la que Hetfield salía con unas muñequeras, rojas o negras a tocar. Pues una chica de Universal, de la disquera en Buenos Aires, me regaló una de las muñequeras que él usó cuando tocó en Argentina, por allá hace como 8 años. ¿Qué crees? La tengo en mi casa”.
Y cuando la potencia de la batería de Lars Ulrich retumbaba en la casa de Carolina del Príncipe, o en la de Medellín…
“Llegaban mis hermanos y decían: ‘Mire, mamá, mire la música que está escuchando Juan, se está volviendo satánico’ (risas). La mía era una fiebre absoluta. Yo creo que con Metallica entendí totalmente la fuerza del rock y de las guitarras. Mi mamá no me decía mucho, solo: ‘Córtese el pelo. A mí lo único que me importa, mijo, es que usted estudie’ ”.
Decepcionan perros a sus amos, algunos amigos a otros, incluso amantes a sus parejas. El caso es que hay también un margen de error para los ídolos, así que sería para Juanes en la época en la que el alcohol y las drogas llevaron a varios de los integrantes de la banda de gira, no por grandes escenarios, sino por hospitales y centros de rehabilitación.
“Definitivamente Metallica ha salvado su honor con Death Magnetic. De verdad lo digo, es muy cabrón. Las canciones son larguísimas, duran como 8 minutos y tienen 80 mil cosas diferentes; es como que la imaginación la llevaron al extremo. El sonido de la guitarra, la batería y las melodías… otra vez son ellos”. Yo soy miembro del club de fans, y por ahí cada tres o cuatro días me llegan los e-mails del Fan Club. Es en seriooooooooo que soy el más fan. Estoy esperando este disco desde hace mucho tiempo”.
En 1983, Juanes escuchó por primera vez la música de Metallica. En Guadalajara, en el mes de octubre de este 2008, por primera vez no hubo ni una pantalla ni un radio entre ellos y su fan number one. Los 4 estaban ahí parados, muy cerca, sin siquiera saber que uno de sus colegas, justo el que había subido el mayor número de veces al escenario de los Premios MTV Latinos 2008, el que conseguía el mismo nivel de aullidos de sus fans, había escogido su carrera gracias a ellos.
“Yo dije: ‘Bueno, por fin voy a conocer a los manes que han sido mis ídolos de verdad, de corazón, los manes por los que decidí ser músico’. Cuando supe que existía la posibilidad de tener una charla con ellos, me puse muy feliz. Cagado del susto, eso sí, pero muy feliz. Tuve un encuentro con Lars Ulrich de casi 40 minutos. Súper buena onda. El man me habló de la familia, de las giras, de las grabaciones. Tuvimos una conversación de músicos, y de parte mía, de fan, obviamente. Pero me quedé como triste porque no había podido tener un encuentro así de largo con James, pero de repente, en plenos MTV, estaba yo bajándome del escenario, cuando llega este tipo que mide como dos metros, me agarra por detrás y me abraza. Yo me volteé y le dije: ‘¡Noooooooo, no sabe lo que significa esto para mí! ¡Usted es mi ídolo, hijueputa! Y el man, cagado de la risa, feliz mientras yo le contaba que desde los 13 años escucho su música”.
Tomado de: http://www.shock.com.co/actualidad/musica/articuloshock-juanes-el-fan-n1-de-metallica
A Diego ¡No se le vela el rollo!
Por: Paola Ovalle
Después de que él mismo sostuvo el micrófono, revisamos una y otra vez que funcionara la grabadora que me prestaron en la emisora Colorín Colorradio. Luego de habernos despedido felices, pues pasamos una amena tarde, nos volvimos a comunicar hasta las 4 de la mañana del día siguiente. Este nuevo encuentro -telefónico- fue exclusivamente para anunciarle a Diego que su cara, sus gestos, las palabras contundentes con las que me respondió y mi memoria serían las únicas herramientas para publicar este artículo. ¡La entrevista se borró! Su sonrisa me recordó que el primer tema que tocamos tenía que ver precisamente con eso.
¿Cómo es eso de perder la sonrisa? ¿Por qué llegó ese desamor por la actuación?
“Me cansé de decir mentiras, de las malas propuestas, de los argumentos tontos, sin bases sólidas, de hacer varios personajes a la vez e ir de un lado a otro sin sentido. Los papeles que estaba interpretando y el momento que estaba viviendo no eran coherentes. Estuve en historias malas, que engañaban a la gente, no era honesto de mi parte seguir con eso. Además estar metido miles de horas en un estudio me desgastó. Quise parar un poco, salir a hacer mercado, tener vida. Mi vida sin mentir.
Sin mentir, ¡perfecto! Pero para vivir hay que comer y para eso se necesita plata. ¿El contacto con la fotografía surgió ahí? ¿Fue amor a primera vista o desde chiqui cacharreaba con la cámara y quería tomarle fotos a todo?
Nooo, mi papá nos metía a mi hermano y a mí a clases de fotografía desde chiquitos. Nunca íbamos o no le parábamos bolas. Después yo me metí mucho en el cuento, los colores, las luces, su capacidad transformadora. Empecé a ver todo desde otro punto de vista. La luz es la mezcla perfecta entre arte y ciencia y amo las dos. Hay miles de fotógrafos, pero pocos que estudian la luz y esos son los que más admiro.
‘El Silencio’, ¿así se llama su empresa?
Sí, las fotos tienen que hablar, oler y sentirse, siempre en silencio. Una imagen lo tiene que decir todo. Quise evocar una frase célebre de Shakespeare. ‘El silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de todos los ruidos’.
Antes había un paso en el que uno ponía el rollo en un ‘carrete’, de eso dependía el buen revelado, ahora pasamos las fotos a la computadora y listo. Todo es más sencillo. ¿Así pasa también con las mujeres? ¿Ya no hay que encarretarlas tanto y el resultado es el mismo?
(Risas). Sí, sí, así pasa. Yo tuve una época en la que era un romántico empedernido, creía en las flores, la fidelidad, la ternura, en una conquista más elaborada. Ahora todo es más sencillo, las mujeres quieren todo ya. Últimamente he optado por ser más franco y directo. Creo que a veces peco por ser ciento por ciento sincero. Ahora yo les digo ‘no quiero novia’ y, si les gusta así, bien.
Hace ya un tiempito terminó su relación con Lina Marulanda. Pero ¿hay una nueva luz? ¿Quién es?
¡Nada, nada de nombres! Yo amo a las mujeres, estoy abierto al amor, la que sea.
Ahora hay más popularidad y por supuesto más asedio. Con tanta mujer bonita que se acerca y se insinúa, ¿cuál es el filtro que hay que poner ahí?
Nada especial, tiene que ser una mujer que tenga lo suyo, que tenga un buen cuento, que sea inteligente, buena onda, que se solle, que tenga chispa y un buen rollo.
Pero cómo no, el galancito de ‘Padres e hijos’. Usted dijo, voy con toda, de Daniela Franco pa’ arriba.
(Risas). Ahora soy mucho más selectivo. Tuve una época en la que de alguna forma abusé de la popularidad porque era más pelao y salía con muchas niñas lindas. Antes solo pensaba en tener sexo y pedirles un taxi pa’ su casa. Ahora prefiero escoger bien, sentirme cómodo, que duerma en mi casa, pasar un buen rato y desayunar una ‘chimba’ a la mañana siguiente. El buen parche para mí hoy es más importante que un simple polvo.
(Tipo 4:28 de la madrugada recordé que dejamos tranquilas a las mujeres y pasamos a un rollo más pesado: ‘El Cartel’.) En la serie ‘El cartel’ hay muerte, ambición y dinero fácil. Si usted protagonizara una de esas ‘traquetadas’, ¿qué haría?
Celebraría mi cumpleaños en una finca. Traería a Depeche Mode, Seal, Robbie Williams, Madonna, Elton John. Nada de musiquitos de pop gringos. Solo realeza entraría en mi fiesta (risas).
Y como últimamente les ha pasado a tantos, si le incautaran su computador, ¿estaría muerto de miedo?, ¿cuántas famosas temblarían?
(Se ríe por más de dos minutos.) No tengo nada, solo foticos porno (risas). Lo que sí me delataría en absoluto sería el Facebook, ese sí sería un verdadero peligro.
¿Sapearía a alguien alguna vez?
Soy absolutamente leal. Sólo sapearía a una mujer que este cachoneando a un man que me parezca un bacán.
¿Y a usted lo han pillado poniendo cachos?
Jamás. Yo no me dejo pillar.
¿Los sapos y su historia hicieron que de nuevo se enamorara de la actuación?
Amo la actuación, lo que no amo son las historias flojas. ‘El cartel’, como se contó y se realizó, no tiene precedentes.
Al final de la tarde me confesó que sí: una que otra vez ha perdido el foco; los encargados de solucionar esos problemas fueron su familia y los amigos. A esta entrevista no tocó hacerle retoques. Así es Diego, un actor, un fotógrafo. Un hombre transparente que seguro seguirá disparando, hasta que el éxito sea su única condena.
Tomado de: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4349416
Un día no tan normal
Foto: Instagram Juanes
Por: Paola Ovalle
En un brevísimo paso por Colombia, Juanes tuvo la agenda de un presidente cuando llega a un pueblito: visitó colegios, hospitales y hasta estuvo con la dueña de una casa humilde.
Pasar 48 horas con juanes en Bogotá es como haber salido de promoción con un artista nuevo y seguirle los pasos en sus primeros días, esos de los cuales depende toda su carrera. Pero Juanes es casi un Dios en un país que todavía lo considera suyo, que se emociona cuando el artista habla de Colombia en Miami –como si nadie más lo hiciera–, y no permite críticas, porque Juanes es, para los colombianos, el símbolo mismo de la patria, y a quien no le gusta, se convierte de inmediato en un antipatriota.
Su llegada al aeropuerto pasó casi inadvertida. Extrañamente no había mucha gente y quienes lo vieron actuaron con recato. Comenzaron los susurros, Juanes sonrió, pero antes de que se armara el tumulto de siempre, desapareció en un auto de vidrios negros y se fue a pasar su único día en casa.
Juanes llegó a Bogotá con menos años, como si los días de trabajo y cada éxito que ha conseguido hubieran aligerado su carga, como si le hubieran dado seguridad, al caminar y al cantar, y esto último lo digo porque aunque dentro de los planes jamás estuvo tomar una guitarra, ésta siempre apareció en el momento menos esperado, como un novato que no se aguanta, o como un chico sencillo que quiere agradar.
Se tomó su tiempo para cenar en casa, sabiendo que era la última comida en familia porque desde ahí todo iba a ser trabajo. Recorrió emisora por emisora, tal y como lo hizo cuando su guitarra era tan pesada que tuvo que quitarle un poco de rock a su música para hacerla comercial. Caminó por los pasillos con su cara de tipo fresco y la alegría del primer día en Bogotá luego de dos años de ausencia, siete Grammys, una hija y cientos de portadas de revistas del corazón.
–¿Qué más…?, soy Paola Ovalle–, me presenté. Total, uno guarda la esperanza de que lo reconozca.
–Vé– dijo, con ese acento cansino de los paisas. –¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? ¿Cómo está tu trabajo? ¿Cansada?
Juanes no responde. Juanes pregunta. Quizá para ocultar su vida privada, para evitar que le hablen de lo mismo siempre, que lo bombardeen a él, no se calla. Quiere saberlo todo de todo el mundo. Del camarógrafo, del periodista, del asistente… Eso también lo ayuda con su fama de amable, que es más importante muchas veces que su fama como cantante. Recuerda los nombres de los locutores, de los reporteros y de los fotógrafos que en otra época no tenían tantas ganas de tener una exclusiva suya.
Juanes seguía tachando renglones de su agenda y llegó alrededor de las cuatro de la tarde a la clínica del Country, donde dejó de ser el músico para convertirse en el trofeo para las enfermeras, las secretarias y las aseadoras, que dejaron de trabajar para mirarlo. Parecía una semana cultural en la Universidad o un festival de tunas en el colegio… ellas estaban maquilladas listas para la foto, absolutamente ajenas a lo que ocurría con sus pacientes, a los que se les ocultó la razón de tanta indiferencia.
El que fuera antes un rockero radical, posaba y recibía postres de todo tipo, como si fueran ofrendas. Juanes, el que hace diez años vivía con tres dólares diarios de viáticos, le comentaba a su inseparable manager –Fernán Martínez–, que se había “pillado” [encontrado] en la esquina “un localito de pandebonos bacanos, una chimba, parce, ahorita vamos”… y siguió: firma de autógrafos, saludos de las hijas y las sobrinas, porque las señoras jamás admiten que son ellas las desveladas la noche anterior, las que pasan horas eligiendo qué ponerse para ver un minuto a un chico tan joven…
De nuevo a la camioneta azul con escoltas y él adentro, mirando por la ventana, recordando los nombres de los barrios y las historias que vivió en cada uno, y, luego, evitando la nostalgia, habla de su hija Luna, “la coproductora del disco” porque a los nueve meses, según él, ya canta. Los papás, pienso yo. El auto era el único lugar donde rompía la monotonía de las entrevistas, unas diez al día, con las mismas preguntas, respuestas similares, y siempre cantó algo de “La camisa negra”, una trova de su tierra que habla del despecho y que hay quienes reconocen a la original, refundida entre los pliegues de los arreglos pop del cantante.
En el mismo edificio de emisoras había una reunión privada con las fans. Juan firmaba autógrafos, repartía abrazos, recibía regalos para él y para Luna; y mientras el mismo equipo de la disquera omitía que en la otra esquina del cuarto estaban despedazando a su artista, de este lado se devoraban una deliciosa tabla de quesos preparada “con cariño para Juanes”, claro…
Esa misma noche, ya tarde, habían cerrado una calle de la ciudad, y quienes se quedaron estancados en el tráfico recibieron un concierto gratis de un chico de pelo largo y tatuajes, que se subió en una tarima a cantar “Nada valgo sin tu amor”. La gente se asomaba por las ventanas de los autos. “¿Será Juanes?”, parecía una publicidad de los ochenta en la tele. Juanes, el siempre amable, el yerno perfecto, se había desesperado de ver el tráfico y quiso ayudar de la única forma en que podía.
Al día siguiente fui a recogerlo para ir al colegio San Mateo Apóstol, donde más de 200 chicos [enanos de cuatro y cinco años que sólo sabían que ese día no había clase; nenas preocupadas por acortar su falda de colegialas y aspirantes a músicos que querían ser descubiertos] recibieron un concierto rápido, porque ante la primera señal de histeria se desbarató el escenario, las chicas corrían detrás y Juanes desapareció en la camioneta. De nuevo más emisoras. “Sí, me gustaría cantar con Darío Gómez –el rey del despecho–, con Alicia Keys, con Lisandro Mesa, los Visconti, Carlos Vives…”, repite Juanes hasta la saciedad.
Juan Esteban parecía ser el premio de miles de concursos. Clínicas, colegios, comidas típicas y hasta una visita a la casa de Lolita, una mujer que ganó el privilegio de recibir al cantante esa noche. La pregunta es fácil: ¿qué hace uno en esa situación? ¿Ofrece comida? ¿Agua simplemente? ¿A quién invita? ¿Guarda el secreto? En realidad, ¿quién puede reservarse para sí semejante noticia?
Ciertamente no doña Lolita, que interpretó fielmente el primer sencillo de su último disco al aire. En una casa del popular barrio Siete de Agosto, de Bogotá, la señora Lolita esperaba a Juanes con un libro descuadernado donde estaba copiada la letra de la canción y la noticia de que ella también tenía vena musical. Pero no sólo ella, sino sus hijos. “Jorge toca el saxo y tiene un grupo llamado Omnibus; Lida hace parte de una banda de ska…”. Pero ahí no terminó. Lolita había contratado unos meseros para que sirvieran comida típica: chocolate caliente con queso y una variedad de panes, que Juanes tuvo que comer con buena cara mientras escuchaba con paciencia la historia musical de la familia. Pero ahí no terminó la comida de Juanes. De vuelta al auto y rumbo a la frijolada, “una reunión de amigos”, dijeron los de la emisora que invitaba. Cincuenta, no más. Pero en realidad había unos 150 “íntimos” en la comida, contando meseros suplentes, que hubieran hecho cualquier cosa con tal de sentarse a escuchar a Juanes contar la historia de cada una de las canciones de su nuevo disco.
La última mañana que iba a pasar en Bogotá era para los soldados del batallón de sanidad, que se recuperan de las heridas físicas y psicológicas consecuencia de la guerra. Juanes subió al escenario y recordó que el año pasado, en medio de su gira de Un día normal, visitó dos batallones que lo emocionaron y que por eso canceló las entrevistas con los medios de comunicación durante todo un día –qué más daba…– para poder ir a tocarles a los soldados.
“Cada uno de nosotros ve la guerra en la que vivimos desde un punto diferente, pero al final, volver a la casa para ver a la familia es lo que más nos protege de las balas y de la mala energía”, sermoneó Juanes, y después se puso a cantar “Volverte a ver”, que compuso en honor a los soldados y que dice: “Daría lo que fuera por volverte a ver, daría hasta mi vida y mi fusil, mis botas y mi fe, por eso en la trinchera de mi soledad, tus ojos son mi luz y tu esplendor mi corazón…”.
El siguiente concierto fue bastante menos triste para él, pero con seguridad no para su público. Llegó tarde a Hard Rock Café, donde lo esperaban asfixiados los que no pudieron entrevistarlo en la tarde, los que no eran periodistas ni soldados ni ganadores de concurso ni locutores de radio, ni los que se habían podido colar en la cena de la noche anterior. Tocó algunas canciones, puro calentamiento, y miró a Fernán, que le dijo que no más y le señaló la salida. Frenó en seco y se despidió. Parecía nostálgico.
Tomado de: http://www.rollingstone.com.ar/643277